Cuéntenos por qué se siente persuadido a servir como Obispo de la Diócesis de Western Massachusetts durante este tiempo y temporada de nuestra vida juntos.
El pasado abril, asistí a la conferencia CREDO en Oakhurst, California, cerca del Parque Nacional de Yosemite. Como muchos clérigos saben, CREDO ofrece un espacio sagrado para reflexionar profundamente sobre la vocación, evaluar las fortalezas y vulnerabilidades propias y discernir qué valores fundamentales son más relevantes en esta etapa del ministerio. Es una invitación que recibimos cada siete años, y siempre es una de las conferencias más significativas a las que asisto. En esta ocasión, los valores que emergieron para mí fueron la eficacia, la resiliencia, la alegría, la salud y la autenticidad. Desde entonces, estos cinco valores fundamentales han moldeado mi oración, mi trabajo y mi discernimiento.
Al leer el perfil de la Diócesis de Massachusetts Occidental, me impresionó lo mucho que me identifiqué con su historia, su contexto actual y sus sueños de futuro. La Diócesis se siente cultural, teológica y geográficamente como mi hogar. La complejidad de sus centros urbanos, los desafíos y las alegrías de sus parroquias suburbanas, y la riqueza cultural y natural de los Berkshires reflejan el tipo de diócesis a la que anhelo servir: un lugar donde las diversas vocaciones de la Iglesia se viven en tiempo real y en comunidad.
El oeste de Massachusetts, al igual que el valle del Hudson donde sirvo actualmente, habita una especie de espacio liminal. Nos moldea la energía de Boston y Nueva York, pero no nos definen del todo. Damos cabida tanto a la tradición rural como al pensamiento progresista. Nuestras iglesias suelen expresarse con una voz esperanzadora y profética, aun cuando nuestros vecinos no siempre compartan la misma cosmovisión teológica o política. En este espacio, estamos llamados a predicar el evangelio liberador de Jesucristo con claridad, humildad y gracia. Debemos encarnar una fe inteligible, significativa y convincente para quienes están dentro y fuera de la iglesia.
Me atrae su deseo de un obispo que construya las estructuras y los apoyos que fomentan un ministerio sano. Comprendo su anhelo de seguir siendo una diócesis unida no por la uniformidad, sino por relaciones profundas, compañerismo y respeto mutuo. Afirmo su visión de una vida litúrgica creativa y con raíces locales que refleje las necesidades y los dones de sus comunidades. Estas no son solo aspiraciones que comprendo, sino valores que aprecio profundamente.
No sé si estoy llamado a ser su próximo obispo. Pero sí sé que me siento llamado a entregarme plena y fielmente a este proceso. Lo que oigo en su voz colectiva es una diócesis que busca un obispo que los acompañe —con humildad, alegría y autenticidad— en su camino hacia Cristo. Me siento impulsado a discernir con ustedes porque sus esperanzas coinciden con el profundo llamado que Dios sigue haciendo en mi vida.
Que el Espíritu Santo nos guíe en este tiempo de escucha y confianza.
Cuéntenos por qué se siente llamado a servir como Obispo de la Diócesis de Massachusetts Occidental en este tiempo y en esta etapa de nuestra vida en común.
El pasado mes de abril asistió a la conferencia CREDO en Oakhurst, California, cerca del Parque Nacional Yosemite. Como muchos clérigos saben, CREDO ofrece un espacio sagrado para reflexionar profundamente sobre la vocación, evaluar las propias fortalezas y vulnerabilidades, y discernir cuáles son los valores fundamentales más vivos en esta etapa del ministerio. Es una invitación que recibimos cada siete años—y siempre resulta ser una de las conferencias más significativas a las que asisto. En esta ocasión, los valores que surgieron para mí fueron eficacia, resiliencia, gozo, salud y autenticidad. Esos cinco valores fundamentales han moldeado desde entonces mi oración, mi trabajo y mi discernimiento.
Al leer el perfil de la Diócesis de Massachusetts Occidental, me impresionó cuánto me identificaba con su historia, su contexto actual y sus sueños para el futuro. La Diócesis me resulta cultural, teológica y geográficamente como un hogar. La complejidad de sus centros urbanos, los desafíos y alegrías de sus parroquias suburbanas, y las riquezas culturales y naturales de los Berkshires reflejan en conjunto el tipo de diócesis a la que anhelo servir: un lugar donde los diversos llamados de la Iglesia se viven en tiempo real y en verdadera comunidad.
Massachusetts Occidental, al igual que el Valle del Hudson donde sirvo actualmente, habita un espacio liminal. Estamos moldeados por la energía de Boston y Nueva York, pero no definidas completamente por ellas. Albergamos tanto la tradición rural como el pensamiento progresista. Nuestras iglesias a menudo hablan con una voz esperanzada y profética, aun cuando nuestros vecinos no siempre comparten la misma visión teológica o política. En un espacio así, estamos llamados a predicar el evangelio liberador de Jesucristo con claridad, humildad y gracia. Debemos encarnar una fe que sea comprensible, significativa y atrayente para quienes están dentro y fuera de la iglesia.
Me siento atraído por su deseo de un obispo que construya las estructuras y apoyos que fomenten un ministerio saludable. Escucho su anhelo de seguir siendo una diócesis unida, no por la uniformidad, sino por relaciones profundas, colegialidad y respeto mutuo. Afirmo su visión de una vida litúrgica creativa y arraigada localmente, que refleja las necesidades y los hechos de sus comunidades. Estas no son solo aspiraciones que comprenden: son valores que aprecio profundamente.
No sé si estoy llamado a ser su próximo obispo. Pero sí sé que me siento llamado a ofrecerme de manera plena y fiel a este proceso. Lo que escucho en su voz colectiva es una diócesis que busca un obispo que camine con ustedes—con humildad, gozo y autenticidad—mientras siguen a Cristo hacia lo que viene. Me siento movido a discernir junto con ustedes porque sus esperanzas resuenan con el profundo llamado que Dios sigue poniendo en mi vida.
Que el Espíritu Santo nos guía en este tiempo de escucha y confianza.