Cuéntenos por qué se siente persuadido a servir como Obispo de la Diócesis de Western Massachusetts durante este tiempo y temporada de nuestra vida juntos.
Como señalé en mi carta de presentación, a lo largo de los años, diversos grupos me han animado a considerar el episcopado, en seis procesos de búsqueda diferentes. En cada ocasión, lo decliné sin siquiera explorar la posibilidad. Tenía la firme convicción de que el episcopado no era mi vocación.
Pero este momento es diferente.
El impulso de Dios ahora se siente inconfundible; no general, sino particular para ti. Creo que el episcopado es un llamado geográfico, arraigado en la gente, el lugar, las necesidades ministeriales y el testimonio fiel de una diócesis específica. No consideraría este llamado en ningún otro lugar. Estoy aquí solo por quién eres y cómo vives el Evangelio en un momento como este.
Su diócesis es conocida por la colegialidad entre su clero y obispo, y por su profundo compromiso con la justicia social. Están arraigados en el amor de Dios y han expresado claramente la necesidad —y la disposición— de elaborar estrategias para la misión. Mis dones divinos en desarrollo organizacional y cuidado pastoral, junto con mi profundo compromiso con el ministerio mutuo y la justicia social, hacen de esta búsqueda no solo una búsqueda apremiante, sino también una gran oportunidad para demostrar que es posible ser fiel, ágil y eficaz a nivel institucional, manteniéndose fiel al espíritu de la Iglesia primitiva.
La Diócesis de Western Massachusetts es un terreno fértil para la misión de Dios, dada su distintiva conexión geográfica con colegios y universidades, así como su profundo compromiso con los ministerios multiculturales. Existe una amplia oportunidad para elaborar estrategias y llevar a cabo un ministerio sólido entre el pueblo de Dios, incluyendo a quienes se consideran buscadores. Esta realidad, junto con su dedicación a la justicia social y racial, me inspira a discernir la posibilidad de unirme a ustedes en esta santa labor.
Estoy firmemente convencido de explorar con ustedes la posibilidad del llamado de Dios a un ministerio mutuo en el episcopado. Tras muchos años de rechazar invitaciones, Dios ha sembrado en mi corazón una semilla de curiosidad y apertura —una inconfundible acción del Espíritu Santo— que me invita a discernir este llamado con ustedes. Estoy aterrado, sorprendido y abierto a cualquier camino que el Espíritu me guíe en este proceso.
Además, estoy convencido de que, si es la voluntad de Dios y de su pueblo que me convierta en su Obispo, serviré con todo mi ser y todo lo que tengo. Juntos, trazaremos caminos para el crecimiento estratégico y la construcción de una Comunidad Amada.
Cuéntenos por qué se siente llamado a servir como Obispo de la Diócesis de Massachusetts Occidental en este tiempo y en esta etapa de nuestra vida en común.
Como señalé en mi carta de presentación, a lo largo de los años diferentes grupos me han animado a considerar el episcopado —en seis procesos de búsqueda distintos. Cada vez, rechacé sin siquiera explorar la posibilidad. Tenía una firme convicción de que el episcopado no era mi llamado.
Pero este momento es diferente.
El impulso de Dios ahora se siente inconfundible —no general, sino particular— hacia ustedes. Creo que el episcopado es un llamado geográfico, enraizado en el pueblo, el lugar, las necesidades ministeriales y el testimonio fiel de una diócesis específica. No consideraría este llamado en ningún otro lugar. Estoy aquí únicamente por quienes son ustedes y por cómo viven el Evangelio en un tiempo como este.
Su diócesis es conocida por la colegialidad entre su clero y obispo, y por su profundo compromiso con la justicia social. Están cimentados en el amor de Dios y han expresado claramente una necesidad —y una apertura— para planear estratégicamente la misión. Mis hechos dados por Dios en el desarrollo organizacional y el cuidado pastoral, junto con mi firme compromiso con el ministerio mutuo y la justicia social, hacen que esta búsqueda no solo sea convincente, sino también una oportunidad profunda de mostrar que es posible ser fieles, flexibles y eficaces a nivel institucional, sin dejar de ser leales al espíritu de la Iglesia primitiva.
La Diócesis de Massachusetts Occidental es un terreno fértil para la misión de Dios, dada su particular conexión geográfica con colegios y universidades, así como su fuerte compromiso con los ministerios multiculturales. Existe una amplia oportunidad para planear y llevar a cabo un ministerio sólido entre el pueblo de Dios —incluyendo a quienes se consideran buscadores. Esta realidad, junto con su dedicación a la justicia social y racial, me inspira a discernir unirme a ustedes en esta obra sagrada.
Me siento profundamente movida a explorar con ustedes la posibilidad del llamado de Dios a un ministerio mutuo en el episcopado. Después de muchos años de rechazar invitaciones, Dios ha sembrado ahora en mi corazón una semilla de curiosidad y apertura —un movimiento inconfundible del Espíritu Santo— invitándome a discernir este llamado con ustedes. Estoy atemorizada, sorprendida y abierta a dondequiera que el Espíritu me guía en este proceso.
Además, estoy convencido de que, si es la voluntad de Dios y de su pueblo que yo me convertiré en su Obispo, serviré con todo lo que soy y con todo lo que tengo. Juntos trazaremos caminos para un crecimiento estratégico y la construcción de la Comunidad Amada.